Se dice con mucha frecuencia en el mundo de hoy, que nos encontramos frente al tiempo de la Revolución Informática. Otros hablan de una suerte de Sociedad del Conocimiento basada en lo que se denomina Ingeniería del Conocimiento. Un tercer sector se refiere a ésta como la era de las Telecomunicaciones. El desarrollo que trae como consecuencia esa variedad de términos sucedáneos es el abordaje de la Teoría de Sistemas. Y concretamente, el de la profesión cuya formalización ha logrado hacerla operativa: la Ingeniería de Sistemas.
La Ingeniería de Sistemas es algo más que cualquiera de las alusiones que hemos citado. No solo eso. Es algo más que la reunión de todas ellas. Porque está fundada en los Sistemas, los conjuntos de unidades que establecen una relación colaborativa que permite su identidad como tales. Sin interrelación, no hay Sistema. La función de transferencia de información es lo que permite su existencia. Y he aquí que la humanidad ha observado y estudiado con detenimiento esas estructuras y sus dinámicas posibles a través de la Ingeniería de Sistemas, que comenzó su desarrollo formal con la aparición de la Cibernética y la configuración de lo que se ha llamado como la Ciencia de los Sistemas.
A través de ella, surgió una ingeniería que no trabajaba con productos tangibles, sino antes bien, con sistemas abstractos con la ayuda de las metodologías de apreciación sistémica que han optimizado el discurso colaborativo de las demás ingenierías, como una suerte de ordenador capaz de hacer más eficaces y eficientes las aplicaciones y productos de las otras ingenierías, integrando otras disciplinas para diseñar y entregar productos tangibles como realización de mayor calidad de esos sistemas.
De tal manera que podríamos asegurar, que la Ingeniería de Sistemas es la ingeniería de la transdisciplinariedad, la cual ha demostrado sus fortalezas al gestionar el comportamiento impredecible y la aparición de características imprevistas en los sistemas, denominadas propiedades emergentes. Por ello, es la ingeniería ideal para operar escenarios de cambio y transformación en la conducta de sistemas que fueron diseñados sin prever consecuencias no comprendidas claramente en el momento de su configuración, pero que se manifiestan de enorme implicación en la vida futura del sistema. Ejemplos como la Metodología de Sistemas Blandos, el Modelo de Sistemas Viables, la Teoría del Caos, la Teoría de la Complejidad, deben ser explorados, evaluados y desarrollados por la Ingeniería de Sistemas para apoyar el Proceso de Toma de Decisiones. El ámbito de acción del Ingeniero de Sistemas comienza a trascender los Sistemas de Información, la Investigación de Operaciones y la Ingeniería de Sistemas Cognitivos, vinculando interfaces hombre-máquina en el diseño de sistemas, incorporando la ergonomía, la inteligencia artificial y la ingeniería del conocimiento, dando lugar a los diseños de usabilidad, donde rescata la naturaleza pragmática tan propia de la ingeniería en todas sus disciplinas.
Además de los componentes mencionados, la Ingeniería de Sistemas comienza a concebirse como extraordinaria herramienta para fomentar el desarrollo comunitario, involucrándose en el estudio de Sistemas de Información Geográfica, en la dinámica del Desarrollo Regional y Local, en la gestión y consultoría para el Desarrollo Rural, así como en la creación de sistemas empresariales para el ámbito comunitario y en el Diseño de Sistemas Integrados dispensadores de salud. No es descabellado pensar en “jueces virtuales” que podrían coadyuvar enormemente a la administración de justicia para hacer más eficiente la labor de jueces y abogados, generando una mejor calidad social para la población que logre interactuar con esta Ingeniería de Sistemas de nuevo tipo que proponemos como extraordinario instrumento del desarrollo comunitario al que es connatural.
Justamente, el Desarrollo Comunitario se define como un proceso que tiene su base en el ejercicio de alianzas entre actores, el cual puede generarse en un ámbito territorial inmediato, con el fin de impulsar un proceso de crecimiento y cambio para el mejoramiento del bienestar colectivo.
Para activarlo, se pueden crear redes comunitarias de información y cooperación sistémicas, bajo el interés de convertir en conocimiento aplicado las destrezas, habilidades y vocaciones de los miembros de la comunidad.
Estas redes de información y cooperación sistémicas se constituirían en un extraordinario apoyo para la planificación regional y local. De esa manera, se propiciarían cambios en el comportamiento de los actores sociales, promoviendo la generación de cambios en la cultura y comportamiento de los actores sociales, quienes saldrían por libre iniciativa del estado contraído de aislamiento, animándose a fomentar la articulación de los grupos sociales, alentando el sentido común en torno a la concertación.
Se impulsaría con mucho vigor la construcción del espacio público local, promoviéndose relaciones mutuamente benefactoras entre ciudadanos y en consecuencia, el colectivo obtendría un valor agregado que elevaría satisfactoriamente su calidad de vida Se incrementaría la capacidad de interlocución entre la Sociedad y el Estado, alimentándose una cultura de cooperación efectiva, facilitando la resolución de conflictos locales.
A la par de estos beneficios intangibles, aparecen los otros, los tangibles, los cuales son producto de la actividad económica que pudieran activar núcleos comunitarios de desarrollo local.
Es una realidad que en nuestros países latinoamericanos, nuestras limitaciones económicas no permiten el desarrollo local y rural proveniente de los gobiernos centrales, básicamente el subempleo y el empleo poco formal es la realidad existente y palpable en toda América y en este sentido, la opción del desarrollo proveniente del gasto central e inversión prácticamente desaparece y es muy poca la inversión con relación al producto interno de nuestras naciones la que se destina a desarrollo real.
En este marco, la opción de apoyo entre asociaciones y la conformación de pequeños grupos de acción puede resultar una herramienta de alto impacto social, y que resulta viable para quienes no tienen la capacidad de interactuar financieramente con un banco o simplemente son incapaces de hacer crecer sus ideas debido a falta de apoyo.
La suma de personas que comparten intereses comunes resulta entonces fundamental para propiciar iniciativas productivas de alto impacto social para catalizar el beneficio del colectivo, en particular, más allá del desarrollo de grandes proyectos, en la procura de formas para la obtención de recursos para subsistencia y apoyo social. Y allí, en ese punto focal donde se decide el desarrollo macroeconómico sostenido de una nación, es donde la Ingeniería de Sistemas puede y debe ser aplicada, convirtiéndose en un conocimiento de infraestructura básico para activar una estrategia firme para el desarrollo.
La Ingeniería de Sistemas es algo más que cualquiera de las alusiones que hemos citado. No solo eso. Es algo más que la reunión de todas ellas. Porque está fundada en los Sistemas, los conjuntos de unidades que establecen una relación colaborativa que permite su identidad como tales. Sin interrelación, no hay Sistema. La función de transferencia de información es lo que permite su existencia. Y he aquí que la humanidad ha observado y estudiado con detenimiento esas estructuras y sus dinámicas posibles a través de la Ingeniería de Sistemas, que comenzó su desarrollo formal con la aparición de la Cibernética y la configuración de lo que se ha llamado como la Ciencia de los Sistemas.
A través de ella, surgió una ingeniería que no trabajaba con productos tangibles, sino antes bien, con sistemas abstractos con la ayuda de las metodologías de apreciación sistémica que han optimizado el discurso colaborativo de las demás ingenierías, como una suerte de ordenador capaz de hacer más eficaces y eficientes las aplicaciones y productos de las otras ingenierías, integrando otras disciplinas para diseñar y entregar productos tangibles como realización de mayor calidad de esos sistemas.
De tal manera que podríamos asegurar, que la Ingeniería de Sistemas es la ingeniería de la transdisciplinariedad, la cual ha demostrado sus fortalezas al gestionar el comportamiento impredecible y la aparición de características imprevistas en los sistemas, denominadas propiedades emergentes. Por ello, es la ingeniería ideal para operar escenarios de cambio y transformación en la conducta de sistemas que fueron diseñados sin prever consecuencias no comprendidas claramente en el momento de su configuración, pero que se manifiestan de enorme implicación en la vida futura del sistema. Ejemplos como la Metodología de Sistemas Blandos, el Modelo de Sistemas Viables, la Teoría del Caos, la Teoría de la Complejidad, deben ser explorados, evaluados y desarrollados por la Ingeniería de Sistemas para apoyar el Proceso de Toma de Decisiones. El ámbito de acción del Ingeniero de Sistemas comienza a trascender los Sistemas de Información, la Investigación de Operaciones y la Ingeniería de Sistemas Cognitivos, vinculando interfaces hombre-máquina en el diseño de sistemas, incorporando la ergonomía, la inteligencia artificial y la ingeniería del conocimiento, dando lugar a los diseños de usabilidad, donde rescata la naturaleza pragmática tan propia de la ingeniería en todas sus disciplinas.
Además de los componentes mencionados, la Ingeniería de Sistemas comienza a concebirse como extraordinaria herramienta para fomentar el desarrollo comunitario, involucrándose en el estudio de Sistemas de Información Geográfica, en la dinámica del Desarrollo Regional y Local, en la gestión y consultoría para el Desarrollo Rural, así como en la creación de sistemas empresariales para el ámbito comunitario y en el Diseño de Sistemas Integrados dispensadores de salud. No es descabellado pensar en “jueces virtuales” que podrían coadyuvar enormemente a la administración de justicia para hacer más eficiente la labor de jueces y abogados, generando una mejor calidad social para la población que logre interactuar con esta Ingeniería de Sistemas de nuevo tipo que proponemos como extraordinario instrumento del desarrollo comunitario al que es connatural.
Justamente, el Desarrollo Comunitario se define como un proceso que tiene su base en el ejercicio de alianzas entre actores, el cual puede generarse en un ámbito territorial inmediato, con el fin de impulsar un proceso de crecimiento y cambio para el mejoramiento del bienestar colectivo.
Para activarlo, se pueden crear redes comunitarias de información y cooperación sistémicas, bajo el interés de convertir en conocimiento aplicado las destrezas, habilidades y vocaciones de los miembros de la comunidad.
Estas redes de información y cooperación sistémicas se constituirían en un extraordinario apoyo para la planificación regional y local. De esa manera, se propiciarían cambios en el comportamiento de los actores sociales, promoviendo la generación de cambios en la cultura y comportamiento de los actores sociales, quienes saldrían por libre iniciativa del estado contraído de aislamiento, animándose a fomentar la articulación de los grupos sociales, alentando el sentido común en torno a la concertación.
Se impulsaría con mucho vigor la construcción del espacio público local, promoviéndose relaciones mutuamente benefactoras entre ciudadanos y en consecuencia, el colectivo obtendría un valor agregado que elevaría satisfactoriamente su calidad de vida Se incrementaría la capacidad de interlocución entre la Sociedad y el Estado, alimentándose una cultura de cooperación efectiva, facilitando la resolución de conflictos locales.
A la par de estos beneficios intangibles, aparecen los otros, los tangibles, los cuales son producto de la actividad económica que pudieran activar núcleos comunitarios de desarrollo local.
Es una realidad que en nuestros países latinoamericanos, nuestras limitaciones económicas no permiten el desarrollo local y rural proveniente de los gobiernos centrales, básicamente el subempleo y el empleo poco formal es la realidad existente y palpable en toda América y en este sentido, la opción del desarrollo proveniente del gasto central e inversión prácticamente desaparece y es muy poca la inversión con relación al producto interno de nuestras naciones la que se destina a desarrollo real.
En este marco, la opción de apoyo entre asociaciones y la conformación de pequeños grupos de acción puede resultar una herramienta de alto impacto social, y que resulta viable para quienes no tienen la capacidad de interactuar financieramente con un banco o simplemente son incapaces de hacer crecer sus ideas debido a falta de apoyo.
La suma de personas que comparten intereses comunes resulta entonces fundamental para propiciar iniciativas productivas de alto impacto social para catalizar el beneficio del colectivo, en particular, más allá del desarrollo de grandes proyectos, en la procura de formas para la obtención de recursos para subsistencia y apoyo social. Y allí, en ese punto focal donde se decide el desarrollo macroeconómico sostenido de una nación, es donde la Ingeniería de Sistemas puede y debe ser aplicada, convirtiéndose en un conocimiento de infraestructura básico para activar una estrategia firme para el desarrollo.
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